Panza, zapán, pancita

Las panzas pueden ser muchas cosas, muchas de ellas negativas. Pero, si pensamos en panzas admitidas socialmente o, más aún, en panzas celebradas de algún modo, probablemente lo primero que se nos venga a la cabeza es la panza de una persona embarazada. Esta panza va a ser no sólo festejada por medio de palabras (presuponiendo en muchos casos un embarazo deseado), sino incluso tocada por personas desconocidas, como si fuera una atracción de dominio público. Esta panza va a ser, ciertamente, mirada, hablada y mimada con afecto, como una maravilla merecedora de exclamaciones varias: ¡ay, esa pancita! o ¡qué panzona hermosa! Incluso puede ganar cierta autonomía respecto a quien la porta.

La panza no solo antecede visual y espacialmente, sino que pasa a ser el centro de atención y el nombre mismo del embarazo en un juego retórico que toma la parte por el todo. Se pregunta: ¿cómo va esa panza? Todo esto sucede en contraposición a cierto desprecio que obtienen las panzas comúnmente, tanto por su función fisiológica, ligada a la digestión, como por cuestiones estéticas. Hay una vigilancia constante sobre las prominencias abdominales, especialmente las femeninas. Por eso, esa panza embarazada y celebrada, una vez que dejó de tener razón de ser, se convierte en objeto de preocupación o vergüenza. Así, aparecen estas ideas de “recuperar” el cuerpo, de mostrar públicamente cuán rápidamente se vuelve a un estado anterior idealizado, sin rastros de lo que aconteció, sin pliegues, sin estrías, sin marcas de que allí hubo un proceso biológico y social tan complejo como lo es la gestación y/o el parto.

Ahondando un poco más, vale recordar que no cualquier panza de embarazo va a ser celebrada del mismo modo. El embarazo expone, en general, a un mayor grado de atención, vigilancia y culpabilización de ciertas conductas individuales, cosa que los feminismos han denunciado históricamente. Pero esto se agrava para las personas gordas, entre otras intersecciones tan relevantes como la edad, la clase social, la raza, el género, la orientación sexual.

💬 Fragmento escrito por Laura Contrera en el libro “Decidir y criar” de Aldana e Ileana Contrera


Deja un comentario