Acompañamiento, escucha, comprensión, sostén, respeto, empatía, lo que todas necesitamos para transitar tanto el puerperio como la crianza, para crecer como madres junto a nuestras hijas e hijos. El entendimiento de otras mujeres que también maternan, el apoyo, la validación de nuestros sentimientos, por más ambivalentes que sean. El alivio de sabernos acompañadas, de transitar este camino juntas, de escuchar otras experiencias, otras alternativas, de sentirnos identificadas en múltiples ocasiones con lo que las demás comparten. En los mejores casos, se entreteje una red que nos sostiene, que nos acompaña en los momentos más preciosos y también en los más difíciles, una red que nos brinda seguridad y confianza, que nos recuerda que «hoy no es siempre» y que nos transmite que «todo estará bien». La misma puede estar conformada por amistades de toda la vida, por miembros de nuestra familia, por mujeres madres que no conocíamos previamente pero con las que se establecen vínculos sinceros, sólidos, profundos. Hay quienes los llaman Grupos de Crianza, hay quienes se refieren a las mismas como Tribus, algunos profesionales las denominan Matriz de Apoyo o Ambiente de Contención. Más allá del nombre, la compañía, el sentimiento de pertenencia, la disponibilidad, cambian radicalmente la experiencia de la maternidad, dejando atrás la sombra de la soledad, de la incomprensión, de los juicios, haciendo el día a día más liviano, más bonito, poniéndole color.
Aporte para el artículo «La amistad, esa forma de libertad» de Leila Sucari, publicado en Revista Sophia (edición impresa, Julio 2016).
(*) Natalia S. Liguori
Lic. en Psicología (MN 47.600 – MP 96.341)
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