En la Semana Mundial del Parto Respetado, una charla con la Lic. Natalia Liguori, Psicóloga Perinatal, miembro activo de la Asociación Civil Dando a Luz y directora de Impronta Perinatal.
|Por Martina Migliorisi|
El 25 de agosto del 2004 se sancionaba en la Argentina la Ley 25.929, conocida como la “Ley de Parto Humanizado”, que establece condiciones y garantiza los derechos de las personas gestantes durante las etapas prenatales, de parto y de postparto.
Cada año, se dedica una semana entera en todo el mundo a la problemática denominada “violencia obstétrica”, que podría definirse como un conjunto de prácticas que comprenden desde la imposibilidad de acceder a información por parte de lxs gestantes, hasta el trato digno, respetuoso e individual de cada caso.
En una suerte de oasis, emerge la voz y el rostro de Natalia Liguori, Psicóloga Perinatal e integrante de la Asociación Civil Dando a Luz, a fin de concientizar sobre estos atropellos y profundizar en números que erizan la piel.
— ¿Qué respaldo tiene, en Argentina, una persona gestante?
— Antes que todo, es importante resaltar que en nuestro país contamos con un marco normativo de avanzada: no sólo con la Ley Nacional 25.929 de derechos de padres e hijos en el proceso del nacimiento y su Decreto Reglamentario 2035/2015, sino también con la Ley Nacional 26.485 de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres -en la que se define a la violencia obstétrica- y con la Ley Nacional 26.529 de derechos del paciente en su relación a los profesionales e instituciones.
Aún así, es sabido que en numerosas centros de salud — tanto públicos como privados — las leyes son incumplidas, priorizando protocolos institucionales desactualizados en cuanto a la evidencia científica disponible. Se trata de protocolos que dan lugar a un trato completamente despersonalizado, en el que quedan por fuera las emociones de los sujetos, en el que se subestiman las necesidades psicoafectivas de las personas durante la gestación y el proceso de parto, y en los que se alienta a la práctica de intervenciones por rutina que, al no estar justificadas por motivos de salud reales, suelen ser altamente iatrogénicas.
— ¿No se cumple con la ley, aún habiendo sido promulgada?
— Lo que observamos desde las organizaciones, lo que se ve plasmado en los índices nacionales y lo que escuchamos en nuestros distintos ámbitos de inserción profesional, es que aún estamos lejos de que se garantice el cumplimiento de los derechos contemplados en nuestra ley. A 16 años de su sanción y a 5 años de su reglamentación, todavía se la incumple en muchas instituciones a lo largo y a lo ancho de nuestro país.
— Entendiendo que la violencia obstétrica tiene muchas formas de manifestarse, ¿cuál es la más “común” o frecuente?
— Lamentablemente, son muchas las personas que no se sienten contenidas ni sostenidas, que no pueden expresar sus inquietudes, sus deseos y sus miedos, son muchas incluso las que son maltratadas, juzgadas, vulneradas en su dignidad y en sus derechos. Escuchamos a diario relatos de partos en los que se las infantiliza, en los que no se les permite que estén acompañadas por quien ellas elijan, en los que se les prohíbe la libertad de movimiento durante el trabajo de parto, en los que se las obliga a dar a luz acostadas, en ocasiones incluso atadas. Abundan las cesáreas innecesarias, con tasas realmente alarmantes en nuestro país. Partos así, se transforman rápidamente en una tortura y tienen alto potencial traumático.
Además, hay una violencia velada, detrás de los aparentes buenos tratos, vinculada con la hipermedicalización y con la patologización de procesos fisiológicos saludables. En cuanto a las prácticas habituales, las más difíciles de modificar en la atención del parto son aquellas que de alguna manera se realizan desde hace décadas para acelerar este proceso (la rotura artificial de bolsa, la administración de oxitocina sintética, la episiotomía), intervenciones que en algunos -pocos- casos son necesarias y cuentan con una indicación médica específica, pero que de ninguna manera deben ser practicadas de forma rutinaria en tanto no son sin consecuencias. También resulta llamativo cómo se ha naturalizado la separación de la madre y la persona recién nacida, pese a la vasta evidencia científica disponible sobre la importancia del contacto piel con piel inmediato e ininterrumpido, el inicio espontáneo de la lactancia materna, y pese a las recomendaciones de la OMS y de la OPS de postergar, por lo menos durante la primera hora de vida, todo procedimiento rutinario de atención que separe a la díada.
No hay protagonismo posible ni autonomía, si no se brinda información clara, precisa y adecuada para la toma activa de decisiones, si no se garantiza lo que conocemos como “consentimiento informado”. Muchas relatan que, al llegar a la institución, se les solicita que firmen un escrito que ¿casualmente? lleva este nombre, pero que es más bien una especie de “cheque en blanco”, en la medida en que no se produce ese intercambio informativo que habilita a considerar las distintas alternativas, riesgos y beneficios, para así poder decidir sobre los propios cuerpos y procesos sexuales y reproductivos.
No hay protagonismo posible ni autonomía, si no se brinda información clara, precisa y adecuada para la toma activa de decisiones
— ¿Es posible llevar estos casos ante la Justicia?
— Sí, es posible realizar reclamos administrativos y también denuncias judiciales. Los primeros se reciben en diversos organismos como el Defensor del Pueblo de la Nación, el Observatorio de Violencia Obstétrica, la CONSAVIG, el INADI y el 144. Se trata de un trámite gratuito que no requiere de la presencia de un letrado. De esta manera, las personas pueden visibilizar su experiencia disruptiva, poner en conocimiento los hechos, recibir orientación y luego, una resolución administrativa en relación a su causa que no tiene poder de sanción pero que puede servir de apoyatura tanto para la elaboración subjetiva de la vivencia como para una eventual denuncia por vía judicial.
En cuanto a llevar los casos a la Justicia, en la actualidad y desde hace algunos años, están en curso los primeros juicios por Violencia Obstétrica en nuestro país.
Se pueden denunciar los daños y perjuicios ocasionados y mala praxis médica, en aquellos casos en que se haya cometido o se la sospeche. Para ello, hace falta contar con la historia clínica completa, con testigos, con unx abogadx que lleve la causa y con sostén emocional para transitar este camino sembrado de situaciones altamente desafiantes.
Es posible realizar reclamos administrativos y también denuncias judiciales
— ¿Es correcto afirmar que existen grupos más vulnerados que otros entre las propias víctimas? (por raza, religión, estado socioeconómico, identidad)
— Sí, las personas que gestan en la adolescencia, quienes están en situación de pobreza, quienes pertenecen a minorías étnicas, personas trans, inmigrantes, entre otras, suelen estar aún más expuestas a sufrir un trato irrespetuoso y ofensivo; si bien sabemos que la Violencia Obstétrica no distingue subsistemas de atención y se evidencia tanto en el ámbito público como en el privado.
— ¿Cuánto cambia la asistencia a las personas gestantes en medio de la pandemia?
— Las inquietudes, preocupaciones y temores específicos que pueden aparecer durante la gestación, en la actualidad se ven acrecentadas por el contexto sanitario y social que estamos transitando.
La asistencia durante los embarazos ahora incluye trámites, permisos para circular, medidas de protección a las que no estamos habituadas y que muchas veces nos hacen sentir extrañeza debido a lo inédito de la situación, a lo surreal que resulta, con frecuencia también cancelaciones de consultas prenatales y/o restricción en el acompañamiento durante las mismas.
— ¿Qué consejo les darías a quienes estén atravesando un embarazo en plena cuarentena?
— A quienes están gestando quisiera sugerirles que se permitan hacer lugar a lo que sienten, que validen aquello que aparece, en lugar de intentar negarlo u ocultarlo, que es lo que nuestra sociedad tiende a hacer con aquello que “incomoda”. Escriban, conversen, pongan en palabras, recurran a sus redes de apoyo y sostén. Si en algún momento se sintieran desbordadxs ante el contexto actual y necesitaran realizar alguna consulta específica, desde la Red Nacional de Salud Mental Perinatal estamos ofreciendo guardias no aranceladas, los sietes días de la semana.
Si bien puede complicarse en cuarentena, también es muy importante cuidar los hábitos de sueño y la alimentación, y estar atentxs a la sobreexposición a las noticias.
Por último, pero no por ello menos importante, resaltar también la necesidad de diálogo con lxs profesionales que acompañan durante este período: poder preguntar, despejar dudas, solicitar información completa y actualizada que facilite la toma activa de decisiones. Asimismo, pueden elaborar de forma conjunta un Plan de Parto/Nacimiento, documento legal en el que pueden dejar plasmados por escrito sus preferencias, necesidades, deseos y/o expectativas respecto no sólo del proceso de parto y nacimiento, sino también del recibimiento del recién nacidx y el postparto inmediato.
Antecedentes
Durante 1985 en Fortaleza, Brasil, la Organización Mundial de la Salud originó diversos proyectos, a fin de transformar el modelo de atención de la salud mediante múltiples iniciativas para humanizar los partos, rescatar el protagonismo de lxs involucradxs y transformar las maternidades en instituciones “centradas en la familia”.
Entre septiembre de 2015 y agosto de 2016, el Observatorio de Violencia Obstétrica reunió más de 4.900 testimonios -todos de mujeres, la mayoría de ellas, madres primerizas- para una investigación que arrojó los siguientes resultados:
· 5 de cada 10 mujeres fueron tratadas con sobrenombres o diminutivos como “gorda”, “mamita” o “nena”, que da cuenta de una relación asimétrica de poder entre el personal médico y la madre.
· 5 de cada 10 mujeres no se sintieron contenidas ni pudieron expresar sus miedos, lo que, según se explica, llevó a una gran cantidad de mujeres a denominar su proceso de parto como “una pesadilla”.
· 4 de cada 10 mujeres no gozaron de su derecho a estar acompañadas durante el parto o cesárea.
Hace dos años, la OMS emitió un listado con 56 recomendaciones orientadas a disminuir las intervenciones innecesarias y a mejorar la experiencia de las personas gestantes.
Actualmente, en un contexto repleto de incertidumbre, la situación no parece presentar mejoras.
Según el Observatorio de Violencia Obstétrica de la agrupación Las Casildas, al menos el 76% de las personas embarazadas ha sufrido cancelaciones de turnos de atención médica, mientras que el 59% no recibió alternativas para realizar su seguimiento.
Además, el 49% de los nacimientos fueron inducidos y el 50% terminaron en cesáreas.
La ONG Dando a Luz fue fundada en el año 2000 en Buenos Aires, siendo la primera de su tipo en el país. Desde sus inicios, brinda atención a personas gestantes, divulga información en múltiples formas e instruye mediante contenidos multimedia.
Además, ha sido designada como representante en la Argentina de la Red Latinoamericana y del Caribe por la Humanización del Parto y el Nacimiento y fue promotora de la Ley 25.929, también conocida como Ley de Parto Humanizado.