Vivir contra el reloj

Suena el despertador y empieza la cuenta atrás. Sarah vive contra reloj desde que se levanta hasta que se acuesta. En el momento en que abre los ojos, su cerebro se enciende como el procesador de un ordenador.

Se levanta todos los días a las cinco de la mañana. No tiene más tiempo para dormir, cada segundo cuenta. Su jornada está cronometrada, milimetrada, como el papel que compra a la vuelta de las vacaciones para la clase de matemáticas de sus hijos. El tiempo de la despreocupación, el de antes del bufete, de la maternidad, de las responsabilidades, queda lejos. Entonces le bastaba una llamada para cambiar el curso del día: ¿Y si esta noche hiciéramos…? ¿Y si nos vamos de viaje…? ¿Y si fuéramos a…?

Ahora todo está planificado, organizado, previsto. Ya no hay improvisación, se ha aprendido el papel, lo interpreta, lo repite cada día, cada semana, cada mes, todo el año. Madre de familia, alta directiva, mujer trabajadora, it girl, wonder woman: etiquetas que las revistas femeninas les colocan a mujeres como ella, como si fueran bolsos que les cuelgan del hombro.

💬 Fragmento del libro «La trenza» de Laetitia Colombani


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