💬 Fragmento del libro «La trenza» de Laetitia Colombani.
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Traigo también algunos fragmentos del curso gratuito de Economía Feminista de @ecofeminita y @oxfammexico que definitivamente vienen a colación: “Uno de los factores centrales que marca el punto de quiebre entre las carreras de mujeres y varones es la maternidad; no solo porque las licencias de maternidad y paternidad son (con escasas excepciones) asimétricas y significan una PENALIZACIÓN para las madres, sino porque además se asocia a la mujer con los cuidados. Las mujeres se hacen madres, en la mayoría de los casos interrumpen en ese momento su evolución laboral, toman (cuando pueden) horarios o empleos más flexibles, priorizan sus actividades familiares y -en muchos casos- se ven imposibilitadas de sostener ambos trabajos (el que realizan dentro de la casa y el que tienen fuera de ella). A excepción de los Estados Unidos y Papua Nueva Guinea, todos los países cuentan con una licencia de maternidad paga. Sin embargo, solo el 43 por ciento de los países del mundo brinda una licencia de paternidad paga y entre los que la otorgan, hay casos en los que dura tan solo 2 días. Esta asimetría no sólo convierte a las mamás en trabajadoras más caras en términos relativos, sino que además asume que las TAREAS DEL CUIDADO corresponden fundamentalmente a ellas. La mujer gobernadora del hogar compite con la activista fuera de él, las tareas domésticas y de cuidados aparecen como obstáculos o limitaciones para poder desempeñarse en lo público. Se espera de las mujeres un rol maternal o ser el sostén emocional de la familia, cuestiones que no siempre son compatibles con la figura de una mujer que ejerce (o quiere ejercer) el poder en la órbita de lo público. Estos aspectos y tareas, sin embargo, no parecen generarle al varón ningún tipo de desajuste”.