La idealización de la maternidad

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Ilustración: Mamicha Maternidad

Hace largos años que acompaño durante el período perinatal y que soy docente en materias afines en distintos espacios. Quienes me han escuchado, saben que suelo hablar mucho (tanto en el consultorio como en el aula) de la idealización de la maternidad como un potente factor de riesgo de malestar psíquico durante esta etapa.

Mandatos que van cambiando a lo largo del tiempo, pero que se sostienen firmes, en uno y otro extremo. Mitos que equiparan la maternidad con la felicidad (imperativos de época), que muchas veces hacen que las mujeres no se animen a hablar de sentimientos y emociones que se salen de esta ecuación… Dificultades cotidianas, intensos sentimientos de culpa, ambivalencias características de todos los vínculos humanos, también del lazo materno-filial.

Suele costar poner en palabras el agotamiento, la frustración, las ganas de salir disparadas. Suele costar pedir ayuda, reconocer en voz alta que la necesitan (¿pero quién no? ¿acaso no nos la pasamos diciendo que “para criar a un niño hace falta una tribu entera”?).

Con tanto estereotipo ligado a la madre abnegada, hoy, a la “superwoman” (como dice Carolina del Olmo) que puede con todo: con el maternaje, el hogar, el trabajo remunerado, etc. O que, si no logra malabarear, debería dejar «el resto» para poder maternar “como corresponde”, “como su hijo necesita” (quienes opinan muchas veces no conocen a las personas involucradas, ¿cómo saber qué necesitan?). O que “debería haberlo pensado mejor antes de traer a un hijo al mundo, si no podía darle lo que necesita por expectativa biológica” (sí, lo he escuchado).

Imperativos que alimentan la culpa, en tanto hasta los profesionales bajan línea, dicen qué hacer, sin considerar la historia personal, desestimando los condicionamientos sociopolíticos y económicos, sentenciando en espacios de «acompañamiento» en los que las mujeres buscan apoyo – no ser juzgadas -, contestando preguntas y publicaciones sin tener el contexto que acompaña a ese texto, hablando de las heridas que pueden provocar sin haber leído más que un par de líneas sobre determinada situación…

Lejos de potenciar la salud, generan altísimas cuotas de padecimiento que observamos a diario en los consultorios. Me consta que somos muchos los preocupados por esta situación.

Hoy, leyendo un libro increíble de Psicología Perinatal publicado hace muy poquito, preparando una de las clases que tengo en agenda para este año, encuentro estas contundentes frases en la misma línea:

Nuestra época está caracterizada por una inusual HIPERREFLEXIBILIDAD sobre la maternidad y la crianza, que conlleva una serie de EXIGENCIAS externas y luego autoimpuestas.

Aparece la excesiva autocrítica, por pensar que no son tan buenas madres como deberían o no están a la altura de los estándares (tan buenas madres, esposas y/o parejas). Las mujeres se quejan de lo difícil que les resulta compartir sus experiencias porque al hacerlo y hablar de sus vivencias negativas ponen en peligro su sentido de identidad.

Los diferentes modos de crianza en boga hoy en día no hacen sino generar dudas e inseguridades. Por ejemplo, la llamada crianza con apego* puede suponer para muchas una presión añadida. Supuesto que determinado vínculo con su bebé lo va a salvar de padecer innumerables problemas psicológicos, la madre desarrolla una autoexigencia que paradójicamente puede implicar para ella problemas emocionales como ansiedad, depresión, etc.

IMPERAN LOS MODELOS DE HIPERMADRES, HIPERCRIANZAS E HIPERHIJOS, que provocan cada vez más madres ansiosas y niños infelices.

¿Cómo conseguir que todos esos estándares que imponen dejen de hacer tanto daño a las madres?

* Aclaración importante: Crianza con Apego y Teoría del Apego, son cosas distintas. Desde que nacemos, tenemos una tendencia a establecer fuertes lazos emocionales con determinadas personas significativas. El tema es que cuando se habla de “crianza con apego”, se suele aludir a la promoción de distintas prácticas (como el colecho, la lactancia materna y el porteo) para «generar un vínculo de apego seguro» (?). Si bien son prácticas que pueden facilitar las interacciones y los cuidados, no son ni necesarias ni suficientes para establecerlo. No son garantía. Entonces, el vínculo que se construye con el bebé, no dependerá de si fue amamantado o si tomó mamadera, ni de si durmió con sus m/padres o en su cuna, ni tampoco de si lo portearon o eligieron no hacerlo. No dependerá de si lo hicieron el “tiempo suficiente”, ni de si se destetó o descolechó – por poner un ejemplo – de forma espontánea o a partir de la iniciativa de la madre. Es muy importante que esto quede claro, porque genera muchísima confusión y culpa en las familias el pensar que, si no hacen todo esto, les están generando un daño terrible a sus hijos o les van a ocasionar dificultades futuras.


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