
La pregunta sobre la madre muerta ocupa un lugar protagónico en la maternidad propia. Al lado del bebé, las noches sin dormir, las idas y vueltas, el desconcierto y el sentido común. Una serie de elementos asociados por causa y efecto: convertirse en madre, pensarse como hija, transitar ese pasaje, ocupar otro lugar, discutir con la madre incluso muerta, romper para continuar, extrañar, pensar ese vacío, el espacio vacante, el silencio obligado. Murmurar solo contra una misma. Lo leí, lo pensé, lo vi. Incluso lo soñé. Un lugar común que es también una respuesta automática. Lamento que mi mamá no me haya mirado orgullosa, juiciosa, enojada. Lamento no recibir los consejos que posiblemente no le hubiera pedido y ella habría dado igual, no sin anteponer un chistido. La escucho decir el zorro sabe por zorro, pero más sabe por viejo y darse la razón apenas terminado su refrán devenido argumento. Lo lamento con cierto alivio, y quizás por eso la culpa. ¿De cuántas maneras se extraña a una madre?
Fragmento del libro «A esta hora de la noche» de Cecilia Fanti