Tanto la realización de tareas hogareñas, como la planificación y control de las mismas o el cuidado de los hijos y la atención (en el doble sentido de cuidar y de estar pendiente) de las múltiples actividades que rodean su crecimiento, consumen tiempo y energía. Son actividades imprescindibles que se transforman en invisibles: se da con ellas la gran paradoja de que prueban su existencia cuando están ausentes, como la salud, que se la percibe cuando falta.
La rutina, el aislamiento, la frustración por realizar ininterrumpidamente una tarea que hay que volver a comenzar apenas terminada, el bajo nivel de estímulos para la creatividad, el horario continuo que dura 24 hs incluidas las noches, feriados y vacaciones, son algunas de las características que hacen del trabajo doméstico una actividad nociva.
El tiempo propio de que dispone cada miembro de la pareja es inversamente proporcional al tiempo que cada uno destina al sostenimiento de la infraestructura común. Si uno de los dos invierte de su propio tiempo más que el otro para mantener lo que es de ambos, se instala entre ellos un sistema de mayor o menor explotación. En general, las tareas domésticas casi nunca están repartidas equitativamente. Suele ser la mujer quien las asume en su totalidad, o en gran parte de ella, aún en los casos en que el compañero sea «colaborador».
La tarea doméstica ejercida por una sola persona es altamente perjudicial y ese perjuicio se potencia cuando se superponen las responsabilidades domésticas a las extradomésticas (dobles y triples jornadas).
El reparto equitativo de la tarea doméstica es una condición para neutralizar su carácter nocivo, y el reparto equitativo de los beneficios económicos otorga automáticamente un valor a dicha tarea. Ambas equidades son condiciones indispensables para instalar y consolidar una relación paritaria, donde la palabra «pareja» responda también a su contenido. Sin ello se corre el riesgo de que la pareja sea devorada, como en los cuentos infantiles, por los peligros inherentes a toda relación, que se incrementan cuando no se los toma en consideración o cuando se los pretende tapar con ingenuidad.
Fragmentos del libro «El dinero en la pareja» de Clara Coria