No podría criminalizarse el aborto si, al mismo tiempo, no se hubiera sacralizado largamente la maternidad. La producción de la misma como ideal regulatorio de género para las mujeres es una pieza clave del campo de la política de género y sexualidades.
La inmensa complejidad de procesos como la concepción, el embarazo, el parto y la crianza es reducida a una entidad desencarnada, “la Madre”, esencia pretendidamente constitutiva no solo de la identidad social y psíquica de las mujeres sino, en ocasiones, también de la sociedad/nación entendida como una gran familia. Entre los obstáculos para reconocer individuos autónomos en las mujeres, uno de los mecanismos simbólicos más poderosos es el que establece la paradoja de una cultura que exalta a “la madre y su hijo” como entidad indivisible pero que simultáneamente produce una disyunción de ese par fijo cada vez que en el discurso antilegalización del aborto ocurren las entidades “hijo en la panza” o en el “seno materno”, contexto enunciativo en el cual la significación se desliza y condensa en el “Hijo” entendido como patrimonio de la Humanidad. El producto de la concepción se abstrae así de la mujer, sujeto social existente de cuya fisiología y deseo dependerá para ser viable. El cuerpo de quien gesta pasa entonces a convertirse en “medio” o “receptáculo” del “Hijo”, entidad esencializada, muy diferente del hijo o la hija a alimentar, cuidar y sostener psíquica y físicamente en condiciones sociales muy concretas.
¿Qué implicaría «bancársela” o “hacerse cargo” de las consecuencias de faltar a las “formas correctas» de vivir la sexualidad? ¿Hacia quién se dirige ese mandato? Para una mujer, “bancársela” ¿es acaso soportar un embarazo no querido y dar a luz como castigo por la inobservancia de la norma? ¿Decidir abortar no es también una forma de asumir y apropiarse de lo que le sucede al propio cuerpo? Siendo que tanto continuar como interrumpir un embarazo son opciones que deben ser asumidas psíquicamente y soportadas con el cuerpo, ¿cómo puede llegar a presuponerse que la gestación y crianza de un hijo/a debe afrontarse como un castigo o que un aborto es una forma de evadir responsabilidades?
Fragmentos del libro «La intemperie y lo intempestivo» de July Chaneton y Nayla Vacarezza.