Los cuidados que ofrecemos a nuestrxs hijxs evocan recuerdos de nuestra propia infancia y de los cuidados que recibimos de nuestras propias figuras parentales. Parte de esto tiene que ver con lo que usualmente hacemos, consciente e inconscientemente, al enfrentar nuevas experiencias: rememorar experiencias pasadas, buscar en nuestro disco duro archivos que tengan que ver con los nuevos desafíos que nos convocan. Estos recuerdos, que iremos elaborando como podamos, podrán facilitar o dificultar nuestra experiencia de maternaje/paternaje.
Nos ponemos en el lugar de nuestrxs bebés, para poder comprender sus experiencias y responder a sus necesidades. Nos ponemos también en el lugar de nuestrxs ma/padres, o de quien haya cumplido dicha función de cuidados. Desde el lugar de hijxs, inevitablemente hacemos un repaso de nuestra primera infancia: solemos interesarnos en indagar más sobre nuestro nacimiento, sobre nuestros primeros años de vida, sobre los hitos en nuestro desarrollo, sobre las decisiones que nuestrxs cuidadores han tomado en relación a nuestra crianza.
¿Estuvieron presentes? ¿Nos sentimos escuchadxs? ¿Validaron nuestras emociones? ¿Estuvieron disponibles cuando lxs necesitábamos? ¿Nos hemos sentido queridxs? Al mirar el mundo con nuevos ojos, vamos resignificando las experiencias previas. Somos más conscientes de lo que hubo y también de lo que (nos) faltó, y esto puede doler.
(*) Natalia S. Liguori
Psicóloga Perinatal (MN 47.600 • MP 96.341)
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