El talón de Aquiles

Ilustración Mamicha Maternidad

En esta cuna de hospital, con las mejillas sonrosadas, con su único mechón de pelo pegado a la frente y durmiendo en paz gracias a los antipiréticos, me doy cuenta de nuevo de que es perfecto.

Para mí es perfecto.

También es, por desgracia, mi talón de Aquiles, una debilidad evidente.

Hay madres que escriben en foros online que, desde que son madres, son más fuertes, más poderosas, imbatibles leonas, puro rugido, pura zarpa. Yo, en cambio, nunca me he sentido más débil. Ahora es muy fácil atacarme, hundirme, hacerme explotar. Llevo una diana pintada en la frente. Cualquiera puede saber por dónde atacar. ¿De qué hablan esas madres de internet? No tengo ni idea. Igual que ellas, yo también siento el mandato imperioso de defender a mi cría: y si debo rugir, rugiré; y si debo usar las zarpas, desde luego que las usaré. Pero también me sé impotente, más impotente que nunca, pues de poco sirven las zarpas, los rugidos, si llega el accidente de coche, el secuestro en el parque, el incendio en la guardería, el estreptococo. Más perdida que nunca, en realidad; más débil que nunca, con mi cachorrito al lado.

💬 Fragmento de “Las madres no” de Katixa Agirre


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