Solas (aún acompañadas)

Ilustración Charlie Mamas

Nuestra soledad es un bullicio eterno, es no estar en nuestra cabeza sino en el afuera, en el que dirán, en el deber ser, en el prejuicio y en el juicio que nos condenan a la cárcel de un destino que no sabemos si deseamos, si elegimos. La soledad son los mandatos.

Nuestra soledad nos encuentra en roles, en momentos, nos acompaña siempre y nos aísla. Somos la mujer que no se atreve a contarles a sus amigas aquella noche que su marido llegó borracho y la pen3tró sin preguntarle. Somos la adolescente cuyo novio extorsiona con fotos prohibidas, pero no puede pedir ayuda porque sus padres no saben que tiene s3x0. Somos la madre agotada que llega al jardín con mochila, vianda, cartulina, mapamundi, paquete con las cremas de la perfumería que quedaba de paso, bolsa con la fruta y la verdura, turrón y jugo para la vuelta a casa y una mano libre para agarrar a su criatura y cruzar la calle; esa madre, la que no tiene otra mano, la mismísima mujer orquesta, que está sola y aturdida.

La soledad son nuestras vergüenzas, nuestros llantos en el baño, son los secretos, la impotencia misma que grita y nos enferma, la falta de entendimiento, la hostilidad, el deber ser.

Las mujeres estamos solas incluso estando acompañadas, y estamos cansadas. Estamos hartas y confundidas. Sin embargo, aguantamos, aguantamos porque nos enseñaron desde niñas que las mujeres aguantan, que las mujeres se enamoran y aman intensamente.

“¿Soy yo la que está mal? ¿Estoy exagerando? ¿Será realmente así?”

¿Por qué las mujeres dudamos hasta de nuestro cansancio? ¿Por qué no sabemos si es lícito renegar cuando estamos sobrepasadas? ¿Por qué enseguida tapamos los nervios, las angustias, la impotencias y las frustraciones y nos convencemos de que estamos mirando el árbol y perdiéndonos el bosque? ¿Por qué desconfiamos de nosotras mismas, creemos que malinterpretamos todo?

Sepámoslo: no se trata de algo individual sino de un asunto colectivo. No estamos erradas, no estamos locas, no somos exageradas: estamos siendo síntoma en una sociedad enferma.

💬 Fragmentos del libro «Solas (aún acompañadas)» de María Florencia Freijo


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