
Librazo que me dejó sin palabras; sobre los vínculos primarios, el dolor, la búsqueda, la culpa y la ambivalencia. No voy a compartir mis palabras, sino algunos breves fragmentos:
Soledad es también lo que se construye en compañía. Vos te construiste: un campo que fuiste sembrando con minas explosivas.
Esta idea del campamento base como sitio que necesito y anhelo al tiempo que lo rehúyo y cancelo es la irresolución más actual de mi vida. Y, desde luego, la expresión de mi fase más neurótica.
¿Tenemos (hijos e hijas) la obligación (moral) de cuidar a nuestros padres cuando enferman o es algo que puede elegirse (según los sentimientos, la historia, las circunstancias…)?
¿Cómo hacer un listado de lo que cambió desde entonces? ¿A qué madre pensar para hacerlo, a la que estaba enferma o a la sana, a la que estaba ebria o a la sobria? ¿La que veía películas o el lobo?
Mi sensación encubierta e intermitente: que la familia era la última célula cancerígena de un gran tumor que ya había hecho metástasis. El gran tumor: tal vez la vida. Y la historia. La historia se cuenta con esta especie de historia clínica de una enfermedad mortal llamada familia. Morirse de familia.
Fue cuidarme a mí de vos enferma. Fue cuidarme a mí cuando iba a cuidarte a vos, y pagué un precio por eso. Yo no quería enfermarme solo porque vos lo estuvieras.
Solo una cita precisa: quién no se ha preguntado; ¿soy un monstruo o esto es ser una persona? Clarice Lispector.
La familia es la obviedad más innata que yo nunca aprendí. Es lo extraño inherente. Es, para mí, la definición de una palabra que nunca supe. Un diccionario sin entradas. La familia puede ser a una persona lo que un tumor a un cuerpo.