Madresposas

Puede ser una imagen de una persona, libro y texto que dice "Marcela Lagarde feministas para la Claves negociación en el amor"

Siempre se dice que el amor es el motor de la vida y el sentido de la existencia, pero en nuestra cultura patriarcal lo es mucho más para las mujeres. Para las mujeres, el amor es definitorio de su identidad de género; no es sólo una experiencia posible sino la experiencia que nos define. Cuando se pregunta para qué estamos las mujeres en este mundo, más allá de ideologías, más allá de posicionamientos políticos, más allá de generaciones, la respuesta más frecuente es “para amar”.

Hemos sido configuradas socialmente para que el amor esté en el centro de nuestra identidad y existencia. Debemos ser SERES DEL AMOR. Y esto, como un mandato cultural, no como una opción, no por voluntad, sino porque es el deber ser que culturalmente se nos ha asignado.

Somos convocadas a movernos por amor, a mover montañas por amor, pero para que nuestros esfuerzos beneficien a otras personas. Nuestra prioridad debe ser siempre el beneficio de los demás. Mi maestra, Franca Basaglia, definió a las mujeres como SERES-PARA-OTROS. Lo perverso es que en esta imposición está la negativa del amor propio, que nos ha sido prohibido.

El amor burgués inventó a las MADRESPOSAS. Así, en una sola palabrita. En América Latina, la mayor parte de las mujeres contemporáneas hemos sido educadas para ser madresposas. El sentido central en la vida: encontrar un hombre para hacer una familia con él.

Las mujeres contemporáneas estamos todavía muy marcadas por la ideología que nos dice que felicidad es igual a esta forma de amor, en la que lo más importante no es tener a un hombre que nos ame sino tener a un hombre a quien amar. Esta jerarquía amorosa es la que nos debe hacer felices. En muchas relaciones actuales, esta ideología se expresa en que las mujeres soportan mucho mejor el desamor que la falta de alguien a quien amar. Tenemos más callo para aguantar el desamor que para enfrentar la ausencia de un amor. Soportamos mejor estar con alguien que no nos ame, pero al que podamos amar, que “no tener a nadie”. En la estructura identitaria de las madresposas, no tener a quien amar es la tragedia.

Fragmentos del libro «Claves feministas para la negociación en el amor» de Marcela Lagarde


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