Durante el embarazo, un bebe va creciendo en la panza de la mamá y a la vez un bebe imaginado va creciendo en el deseo de los padres: le van construyendo un espacio de amor y expectativas, le piensan un nombre, una cara, un lugar especial en su casa y en su historia familiar.
Cuando el embarazo no llega a término y se produce el nacimiento prematuro del bebe, todo lo imaginado y esperado desaparece de escena y en su lugar se instala la urgencia, la confusión, la incertidumbre, la angustia.
El bebé es necesariamente separado de sus padres para ser internado en la Unidad de CUIDADOS INTENSIVOS NEONATALES, con el objeto de recibir la asistencia médica intensiva necesaria para aumentar sus posibilidades de sobrevida. Será internado en un ámbito lleno de monitores, respiradores y sondas, donde los profesionales trabajan al ritmo de los parámetros de la “urgencia”; un ámbito, en definitiva, muy distinto al imaginado por sus padres como primer hogar. Así como el recién nacido necesita recibir “cuidados intensivos neonatales”, los padres necesitarán recibir CUIDADOS INTENSIVOS EMOCIONALES, para poder transitar con el menor costo emocional posible la crisis que implica la internación de un hijo al nacer. Se torna necesario brindarles apoyo emocional, abrir un espacio de palabra para que puedan ir madurando sus funciones maternas y paternas, que se han inaugurado en una forma prematura y diferente a la esperada.
Fragmento del texto «Bebes prematuros y padres prematuros» de Gabriela Muniagurria.