Cuando se vive una experiencia de parto traumática, hay muchas cosas que duelen profundamente, aún con el paso del tiempo…
Las fotos, por su significado, son una de ellas.
Estamos en la era de la imagen. Nuestras vidas están constantemente inundadas por las mismas.
Somos bombardeadas con imágenes que “representan” a la maternidad todo el tiempo (basta con googlear las palabras embarazo, parto, puerperio, mamá-bebé, entre otras, o sencillamente prestar atención a las que se publican en revistas y redes sociales).
Se nos muestran aquellos recuerdos que se supone debemos atesorar.
Y lo hacemos, claro. Cuando somos capaces.
Sin embargo, para quienes tienen una experiencia de parto traumática, estos momentos no están. O más bien están, pero contaminados.
Los “hermosos” momentos de las olas uterinas.
Los “increíbles” minutos del parto/nacimiento.
Los primeros contactos piel con piel.
El inicio de la alimentación.
La primera foto familiar.
La vuelta a casa, la primera noche.
Momentos teñidos por lo disruptivo de la experiencia.
Distantes de lo que esperábamos, de lo que imaginábamos, de lo que “debía ser”.
No es nuestro álbum de recuerdos ni nuestro feed de IG para lo que los anhelábamos. Son nuestros corazones, nuestras mentes, lo más profundo de nosotrxs, los que querían conservar estos recuerdos documentados.
La otra noche estaba buscando una fotografía para un taller que dicté. Mis ojos se llenaron de lágrimas.
Tomamos una foto durante el trabajo de parto. Una sola. Y en ella puedo ver el dolor en mis ojos. No por estar de parto sino por lo traumático que estaba siendo todo.
No hay ninguna foto de nosotros como familia durante la semana que estuvimos en el hospital. Ni una.
Son tantas las fotos que había imaginado, soñado, deseado.
Fotos y videos que pensaba que repetiría una y otra vez.
Ese era el tipo de bucle en el que quería concentrarme, no en el bucle que recreaba el trauma.
El duelo por estas “pequeñas cosas” de ninguna manera es tonto, insignificante o ridículo.
Ningún dolor lo es.
Escrito por Teela Tomassetti, de The Tea on Birth Trauma, y traducido con su expresa autorización para este blog.