Promoción de Crianza Saludable, desde la Teoría del Apego

(*) Por la Dra. Elsa Wolfberg, coordinadora del Espacio Bowlby de APA, Lic. Josefina Finzi, Dra. María C. Martinez Cipolatti, Dra. Eliana Montuori, Lic. Hebe Sumiacher. Presentado en el 1er CONGRESO IBEROAMERICANO DE PRIMERA INFANCIA, 4to CONGRESO REGIONAL DE WAIMH.

La promoción de salud y la prevención, poco tratadas en psicoanálisis, aluden a fortalecer el self,  potenciando su capacidad para enfrentar las dificultades del medio  que forma parte de su historia. Esta función  corresponde a múltiples actores, y en la intimidad de la crianza de los niños se traduce en fortalecer los factores protectores que aportan los padres para construir un apego seguro, en términos de constancia y predictibilidad, capacidad de respuesta empática, receptividad y regulación de las emociones del niño, a través de los intercambios cotidianos madre-bebé en el comer, dormir, jugar…

También  apuntaremos a la  detección precoz de factores de riesgo, entre ellos del apego desorganizado,  predictivos de dificultades  vinculares,  usando una serie de viñetas clínicas como disparadores de la discusión.

Profundizaremos   los aportes que las investigaciones provenientes de la teoría del Apego y del campo de la intersubjetividad aportan a la promoción de una crianza saludable.

Tomamos dos temas que convergen en la temprana infancia: la promoción de salud y los modos de crianza, que según como sean pueden agregar o quitar salud a los pequeños, según que faciliten o no vínculos de apego seguro.

¿Qué es Promoción de salud?

La promoción de la salud consiste en proporcionar a las personas los medios necesarios para mejorar su salud y ejercer un mayor control sobre la misma.

De las  5 funciones  básicas necesarias para producir salud, que quedaron establecidas  en la carta de Ottawa de 1986, tomaremos la primera y la segunda:

  1. Desarrollar aptitudes personales para la salud, dando información y las herramientas necesarias para mejorar los conocimientos, habilidades y competencias necesarias para la vida.
  2. Desarrollar entornos favorables, fomentando que las personas se protejan entre sí y cuiden su ambiente estimulando la creación de condiciones de trabajo y de vida gratificante, higiénica, segura y estimulante.  

No tomaremos las otras tres porque escapan a nuestro ámbito de acción.
– Reforzar la acción comunitaria.
– Reorientar los servicios de salud para que también puedan realizar acciones de promoción, incluyendo las de prevención específica y que la promoción de la salud sea una responsabilidad compartida entre los individuos, los grupos comunitarios y los servicios de salud.
– Impulsar políticas públicas saludables, propiciando que una decisión sea más fácil al tomar en cuenta que favorecerá a la salud y la creación de ambientes favorables, por parte de los que deciden.

Respecto a estas funciones, subrayamos la afirmación: Los países que invierten en el  cerebro de sus chicos, invierten en el futuro.

Respecto a la crianza, trataremos  entonces, desde esta perspectiva, de reflexionar sobre cómo desarrollar aptitudes personales para la salud, dando información y las herramientas necesarias para mejorar los conocimientos, habilidades y competencias necesarias para la vida, y  desde los comienzos de la vida a través de la buena crianza.

¿Cuál es  el objetivo y el modo de criar un niño hoy?

Un niño debe poder crecer, aprender, tener lenguaje, construir subjetividad, significar, relacionarse con los demás y consigo con afecto, definir su identidad, construir su self, integrarse. Esto será infiltrado y co-construido con la subjetividad parental y la cultura, con sus modelos y modos  explícitos e implícitos  de crianza, sumado a la transmisión de  los patrones de apego de estas figuras de apego, que a su vez les han sido trasmitidos intergeneracionalmente. Esto significa que los modos de crianza  están atravesados por una compleja urdimbre de historias, estereotipos, ideologías y objetivos sociales.

Posiblemente queden restos disciplinares de siglos pasados que impregnan la crianza, dirigidos a formar ciudadanos que dominen sus emociones… en realidad que las supriman o las repriman, para no atarear a los adultos ocupados en el ahora,  ni traer futuros conflictos sociales esgrimiendo la asunción de sus derechos a que sus necesidades sean respondidas y/o satisfechas.

Es necesario subrayar, que las emociones tienen una función, son la guía que un ser tiene para captar sus estados internos en interacción con los otros y si el exterior los frustra o los satisface. La recepción de esas emociones por parte de la figura de apego les hará saber si llegaron a un medio hostil o amable.

Comienza muy temprano la relación del ser humano con sus necesidades emocionales y biológicas, con las figuras próximas, especialmente la figura de apego, que estampa, hace un imprinting con sus respuestas en la naciente subjetividad del nuevo ser,  y con eso en buena parte, marcará el modo en que ese sujeto se relacione con sus emergentes necesidades y emociones, e irá aprendiendo qué puede esperar y qué lugar ocupa para los otros significativos….y por extensión para los otros sociales. Se jugará en el núcleo del self de cada criatura y desde la temprana infancia, si es o no merecedor de consideración, amor y respeto. Se jugará también a cuales y a cuantas defensas tendrá que apelar en esa delicada construcción  de subjetividad, si no es reconocido como sujeto de deseos y anhelos,  y objeto de amor.

En el vínculo de apego, la búsqueda de la proximidad del bebé al cuidador y las respuestas que recibe de esta figura, tanto conscientes como no conscientes, a través de su conocimiento implícito relacional, determinan en buena parte su subjetividad, sus vínculos afectivos,  y la regulación de sus emociones.

Para que los adultos puedan percibir, significar, respetar las conductas y actitudes de los bebés, deben poder tolerar y aceptar sentimientos fuertes, que si están en ellos mismos limitados por barreras defensivas nacidas de sus propias experiencias infantiles, impedirán que dispongan de toda  su sensibilidad para captarlos.

Salir del automático y poder reflexionar es una de las maneras de  “formatear” un cerebro nuevo e imprimirle sabores alegres y amorosos a la relación, empatía  mediante.

Esto que es fácil de decir, supone una actitud disponible, continua y sensible, no una conducta de educar como ejercicio disciplinar, sino de encontrar caminitos a través de “ juegos,  cantos,  caricias que imprimen  en la historia de ese chico, con gestos de afecto, ternura, alegría, placer, consuelo,  huellas que si bien quedan dormidas en la memoria,  refrescan la confianza y el bienestar  , y que volverán en cada  recodo de la vida futura como confort y bienestar “, en palabras de María Emilia Lopez.

Entonces los ejes en torno a los cuales trataremos de aportar  dando herramientas e información para mejorar las aptitudes parentales, girarán en torno a:

– las emociones y  la capacidad de captarlas y ponerlas en palabras,
– la empatía,
– la sensibilidad,
– la receptividad,  estar abierto a captar , con escucha,  capacidad de entonamiento y  tolerancia a la duda y a  lo incierto, aunque dé  inseguridad el representarse situaciones nuevas (Regina  Orth de Aragao),
– el respeto al niño,
– la reflexión,
– la capacidad de crear trama de sostén,
– la creatividad,
– la paciencia.

Dicho esto, los principales destinatarios de la promoción de salud son los padres, adultos cuyas experiencias infantiles se activan con el crecimiento de su hijo y pueden  determinar sesgos negativos frente a la tarea de  ayudar al desarrollo y  crecimiento de su niño, como describe Selma Fraiberg con sus “fantasmas en la nursery”.

Es necesario ayudar a los padres  a identificar los fantasmas y ayudarlos a dejarlos atrás. Esto puede ser materia de diálogo, ya que, para que el adulto pueda aportar los ingredientes para un apego seguro, debe poder convivir con sus emociones sin encerrarse en una coraza defensiva. Desde el apego, construir con la figura cuidadora principal  un  patrón de apego seguro: respeto, empatía, respuesta sensible y  capacidad reflexiva, será una tarea  de los operadores de la promoción  de salud, a través del vínculo mismo.

Es necesario “desestigmatizar” las emociones llanadas “negativas”: rabia, enojo, llanto, miedo,  que suelen desagradar al no saber qué hacer y los padres intentan silenciarlas en vez de comprenderlas.

Un ejemplo: Llanto del niño entendido como que” lo hace para llamar la atención” o “lo hace para salirse con la suya”, cuando en realidad es un llamado a la cercanía, por alguna necesidad. Otro ejemplo: un adulto que contiene el llanto en un relato de separación, (tuvo dos infartos), siempre lo contuvo, era humillado por llorón y blando. Lo retenía para no ser humillado ni rechazado. A cambio: contracción de maxilares, tensión, patología.

Miedo del niño: no expresarlo ni llorar es resignar  el derecho de ser acogido por brazos cálidos que le den seguridad y confianza, es una renuncia primaria que va camino a la resignación caracterial, distante de construir un self fuerte.

Es necesario estimular en los padres el aprendizaje de que el niño pequeño tiene un lenguaje escaso, sólo el llanto, la sonrisa, el chupeteo, los movimientos de la cabecita y la mirada. El llanto es un mensaje, no un ruido caprichoso e inmotivado, ni una manipulación.

Palabras para un círculo de reparación: ayudando a mi niño confiar a que nuestra relación  pondrá (casi) siempre las cosas bien: Mamá/papá, cuando estoy afectado (frustrado, retraído, fuera de control), mi conducta indica que te necesito. Te necesito para que me calmes, te hagas cargo, seas amorosa, te quedes conmigo  hasta que ambos entendamos que este sentimiento es demasiado para mí solo. Ayúdame  a regresar a lo que estaba haciendo con una nueva opción, yo no sé qué hacer con cómo me estoy sintiendo”.

Es necesario amplificar la empatía  y la respuesta sensible, porque el malestar o bienestar emocional y físico del niño dependen enteramente de los adultos como cuidadores. Que la figura de apego pueda con lenguaje corporal: abrazo y  voz tierna, significar al pequeño: “no estás solo, mamá está con vos, no tengas miedo, sé lo que sentís y estoy aquí”. Desestimar que contactar amorosamente con el niño todo lo más, alzarlo, besarlo, es malcriarlo.

En la interacción familiar, se producen con mucha frecuencia interpretaciones erróneas de la conducta infantil, que interfieren en el proceso de vinculación, en función de la percepción del cuidador principal, mediatizada por proyecciones e identificaciones (Yolanda González Vara).

Lo más vital y necesario que los padres pueden aportar al desarrollo de  sus hijos es  cuidar, reconocer, respetar y gozar de las iniciativas propias de sus hijos.

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Es necesario saber que las madres se sienten inseguras de si podrán sostener la vida de su criatura, si  sabrán  hacerla crecer. Es necesario que puedan aceptar y regular una red de apoyo benefactora y protectora de manera que sus miedos no se vuelvan realidades. Esto es lo que Stern llama “matriz de apoyo”.  Recomendamos fuertemente grupos de apoyo para la crianza, como red social fundamental. Este tema de la matriz de apoyo no se puede evitar debido a las enormes demandas que tanto el bebé como la sociedad depositan en la madre, pero no se le da en cambio la preparación y los medios necesarios para conseguirlo. La desaparición relativa de la familia funcional ampliada para ayudar a la madre no ha sido sustituida de forma adecuada por otra unidad social”   (Daniel Stern, “La constelación maternal”).

Es necesario que sepan que nacemos prematuros,  los bebes no saben esperar porque sólo tienen una estructura límbica y son inmaduros , no lloran por capricho, no tienen dimensión temporal aún.

“La evolución ha puesto a cargo de la relación de apego el desarrollo pleno del cerebro” (Peter Fonagy). Este crecimiento (crecimiento dendrítico y  sinaptogénesis) es dependiente de  los períodos. La función evolutiva del apego va mas allá de la protección en la niñez, el apego en sinergia con la capacidad reflexiva organiza la regulación fisiológica y promueve el crecimiento cerebral. La madre es un regulador externo de la neuroquímica del cerebro en maduración del bebé, a través  de interacciones, maduración  que es esencialmente postnatal. El período crítico de crecimiento sináptico y la diferenciación de una estructura límbica reguladora de afectos en la corteza prefrontal del hemisferio derecho, comienza al final del primer año y es significativamente influido por los intercambios emocionales madre-bebé (Schore).

La repetición de secuencias acción-emoción, da lugar a la emergencia del sentido del self, como agente de  regulación afectiva capaz de influenciar la interacción.

Tronick demostró que la coordinación es un proceso vincular que se da sólo en un 30 a 40% del tiempo en que la díada interactúa. El 70% del tiempo están desentonados.

La disrupción en la interacción, activa tendencias reparatorias, “procesos de reparación interactiva” en ambos, y también  tendencia a la autoregulación en el infante. La frustración óptima y la reparación posibilitan el desarrollo psicológico.

Estas transacciones del apego son impresas en la memoria implícita procedural, como modelos operativos internos durables, que codifican estrategias de afrontamiento de regulación afectiva (Sroufe).

Un  indicador de  apego seguro es la capacidad de regular flexiblemente estados emocionales, vía autoregulación y regulación interactiva.

Es necesario alertar a los padres de que su función normativa debe estar acompañada de su función empática, poder percibir lo que al niño le pasa y no en función de  su propia prioridad ni del “deber ser de la educación”.

Ej. dice el adulto a un bebé que gatea:  “esto no se toca” refiriéndose a un objeto frágil. El niño va una y otra vez a tocarlo, porque lo atrae, explora,  y no tiene la categoría de fragilidad y ruptura aún. Está la habilidad del adulto de negociar y ofrecerle otro objeto más seguro. Lo normativo sería enojarse y decirle que es malo porque no hace caso.

¿Qué es lo que vale? ¿La idea del adulto o la inclinación de la criatura? Cuando los padres preguntan qué hacer, ahí comienzan a tener una mirada nueva, a interrogarse, no a ser normativos. ¿Cómo puedo acompañar al niño  a explorar? Esa es la función reflexiva: el considerar que el niño tiene otro psiquismo que es necesario conocer.

Es  necesario entonces que el adulto contacte con su sensibilidad  en vez de hacer eje en el funcionamiento normativo, que lo aleja de sí y lo aloja en el deber, lo que otros esperan de él , deviene normópata, y es lo que a su vez instilará en su vínculo con su niño..

Es necesario entonces  que esté abierto para que pueda acoger lo no conocido, lo que vendrá,  lo que permite abrir un espacio psíquico de elaboración para el sujeto.

Es necesario que los padres conecten con la condición innata de fragilidad de los bebés y niños pequeños y no queden abrumados sino sensibles y conectados, ahí verán que pueden. Si además han tenido a su vez condiciones de crianza con factores protectores, entonces podrán utilizarlos para su niño. Son:

  • constancia parental , consistencia y confiabilidad en el cuidado y el contacto,
  • capacidad parental para responder con empatía, sensibilidad y cooperación a las iniciativas del  niño,
  • capacidad parental para ayudar al niño a  expresar sus emociones.

Es necesario “empoderar” a los padres  en las siguientes pautas:

  • Considerar al niño como un otro cuyas iniciativas observar y acompasar,
  • Observar la regulación emocional,
  • Recepcionar los sentimientos de dolor del niño,
  • Detectar señales ocultas de estrés,
  • Favorecer las actividades lúdicas Madre-BB,
  • Ofrecer cooperación y respuesta sensible,
  • Ofrecer seguridad, continuidad, y coherencia previsible,
  • Reparar los desencuentros,
  • No repetir con los hijos modos disfuncionales de trato padecidos antaño,
  • Promover la necesidad de sostén de las madres en crianza de niños pequeños,
  • No seguir las “modas” de crianza, que a veces son crueles,
  • Permitir al niño el  explorar,
  • Reflexionar sobre las interacciones vinculares.

 


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